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http://www.ole.clarin.com/notas/2008/03/20/futbollocal/01632398.html
00:00 | RIVER 3 - SAN MARTIN (SJ) 2
Con el cronómetro entre los dientes
El Millo tensó la mandíbula y no se sonrojó por reventar la pelota o hacer tiempo: cerró los 13' que faltaban frente a los sanjuaninos y quedó a un punto de los líderes.
De tan desnaturalizado, por el nervio tenso, la muela apretada y la cabeza predispuesta para resolver sin pensar demasiado, el partido tuvo aristas desopilantes. Algo de vóley, porque San Martín de San Juan trataba de meter la pelota de aire y como podía en el área de Carrizo. Algo de rugby, por ese pitazo inicial que encontró a ¡seis! futbolistas sanjuaninos parados sobre la línea de la mitad de la cancha, listos para ir a la carga contra la defensa rival en busca del (in) goal. Y poco, poquito fútbol. Y mucha, muchísima adrenalina.
River tuvo que esperar 17 días para sacarse de encima ese asterisco que le ensuciaba la tabla de posiciones. Ahora sí, quedó a un punto de Vélez (al que enfrentará el domingo) y Estudiantes. Pero tuvo que sufrir durante 780 segundos, descifrar un partido ilegible, que sólo planteó desafíos aéreos y de roce permanente, porque San Martín, ya jugado, ya 2-3, apostó a que esta vez la lluvia fuera de centros.
Perdió en una. Daniel Giménez la bajó de volea: a Nanía le faltó olfato para zambullirse y a Ortiz, oficio de delantero.
Pudo cerrar la historia con ese desborde de Falcao y esa media vuelta de Rosales que pasó a esto del palo izquierdo.
Despejar sin dudar, manejar la pelota y buscar el arco de Medrán: preceptos que se tornaron impracticables para River. La estrategia de San Martín fue tan simple como obvia: barandazo desde donde fuera para que la suerte decidiera si alguna peinada de las tres torres tendría destino de pase gol. Un mal rechazo, un descuido, un mal pique: cualquier cosa podía ser gol. Ante esto, no hay planificación que valga. Porque Rosales y Buonanotte pueden entrar con la indicación de encarar y abrir la cancha, pero el frenesí de tres pares de piernas rivales sedientas de posesión borra cualquier pizarrón. Y entre toquecitos cerca del banderín del córner y saques de Carrizo en cámara lenta, River aprobó un partido al que su técnico definió como "de una electricidad tremenda". Es que recibir un gol habría hecho saltar los tapones. River se había impuesto con justicia aquella tarde del diluvio. Ayer cerró la historia en poquito tiempo más del que se tarda en llegar a leer hasta esta línea.
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