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http://www.ole.clarin.com/notas/2008/01/22/01590757.html
22:21 | RIVER
La maravilla muda
Alexis Sánchez no siente vergüenza en la cancha, pero afuera es tan introvertido que en el grupo apenas conocen su voz: "Lo escuchamos cuando pide la pelota...".
SANTIAGO GOMEZ santiagogomez@ole.com.ar
Con la bola en los pies, el Niño Maravilla archiva su timidez y saca toda la furia. El pibe Bogado no lo puede parar.
Vamos a tenerla, Chile!!! Dejate de joder, que nos están haciendo correr como putos...". Al borde de un ataque de nervios, Ariel Ortega dejó de lado los formalismos ante la quinta pelota perdida. Y aunque el grito sorprendió a todos en el predio de Apand, no tuvo eco. A dos metros del Burrito, mientras el capitán le clavaba los ojos buscando una respuesta, Alexis Sánchez bajó la cabeza y no dijo ni mu. No por masoquista, tampoco porque sintiera que no tenía nada por decir, sino porque si hay una característica que tiene el ex Colo Colo, además de querer gambetear hasta a las macetas, es que prácticamente no habla. Escucha, asiente, capta todo al vuelo, pero lleva un candado entre los dientes. Es el que deslumbra con cada arranque, al que de pibe sus amigos hacían a un lado hartos de que los gambeteara, al que Simeone ve como desequilibrio puro. Es una maravilla, como la apodaron en su país, pero sin palabras.
"No me siento cómodo". Así, con apenas cuatro palabras, un Alexis recién llegado a River se explayó lo más que pudo sobre su constante negativa a hablar con la prensa. Una decisión que por distintos motivos ya tuvo sus abanderados en Núñez durante los últimos tiempos: desde el imperturbable Costanzo hasta el recientemente enojado Belluschi. Lo curioso, y más llamativo, es que según cuentan sus propios compañeros, lo del chileno no es una postura ante los micrófonos.
Tímido, retraído y súper-híper-mega reservado, tampoco es de abrir la boca seguido en las concentraciones. "Dice lo justo, lo que necesita. Es como en la cancha, lo escuchás porque como la quiere tener siempre, te la pide. Pero después... nada", cuenta uno de los que comparte vestuario con él y que pide anonimato para no hacerlo sentir incómodo. Del otro lado de la Cordillera, alguien que lo conoce bien como Claudio Borghi aclara que "no hay que olvidarse de que es un chico" (cumplió 19 años el 18 de diciembre último), aunque los que merodean la coqueta habitación del Costa Galana que comparte con Ferrari confiesan que hasta las conversaciones telefónicas con Martina, su mamá, Humberto, Marjorie y Tamara, sus hermanos, suelen ser en un volumen casi inaudible: "Da la sensación de que está diciendo un secreto. Pero es su forma de ser. No tiene nada de malo".
Paradójicamente, aunque siempre intenta pasar inadvertido y escaparle a los flashes, Dilla (diminutivo de ardilla, el apodo que tenía por andar siempre trepado a los árboles bajando pelotas) es fanático de la ropa de última moda. Incluso de la más farolera del mercado. Es más, cuando Udinese lo prestó a Colo Colo y llegar a River todavía no estaba en su cabeza, tuvo su propio fotoblog en la web. Y si bien no escribía nada (para no romper la costumbre, ¿no?), solía subir imágenes suyas recontra producido, casi como un rock star, obviamente desconocidas para los que domingo tras domingo lo veían jugar con la camiseta del campeón chileno.
Sólo Sebastián Abreu, según cuentan los mozos del hotel, consigue hacerle soltar un par de vocablos en el almuerzo y la cena. Pero no es un trabajo fácil: "El Loco lo busca, lo carga y lo mima. Ahí consigue que se afloje: se ríe mucho y se engancha con las bromas", dicen. Y Simeone lo sabe. Aunque no le preocupa. Prefiere que Alexis cuide la garganta para gritar goles en la cancha. No lo apura, por ahora disfruta de los sonidos del silencio.
MAR DEL PLATA (ENVIADO). |
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